martes, 24 de noviembre de 2009

Hoy por hoy ...¿qué es ser una mujer?

Esta mañana cuando me desperté era todo tan claro.Pero está claro que las imágenes no son palabras. Para decir las cosas hay que trabajar.Puede haber una imagen no gastada de una flor, ¡claro! ...pero ¿ponerla en palabras claras? Eso no es tan sencillo.
Y poner en palabras lo que es una mujer...es mucho menos sencillo.Y lo que se siente serlo, imposible. En estos días, ser y sentir ser una mujer es un laberinto.
Veo y escucho a mis amigas, a las amigas de mi hija, y luego a las figuras femeninas de la tele.
Está claro algo y es lo siguiente: es un tema. Sí, ahora es un tema.
Hace treinta años no lo era.
Nadie hablaba de esto. Tus amigas y parientes tampoco, y si lo hacías, te oponían un silencio peyorativo, descartándote. Eras una agitadora. Y a tus espaldas se enumeraban tus defectos y lo "mal ama de casa que eras". Aunque nadie se salvaba, porque a las espaldas de todas se revisaban los desaciertos, "para que aprendieras" por extensión. De eso sí les gustaba hablar a los hombres con vos.
Estaba mal visto reflexionar sobre ser mujer. La píldora y la mini revolucionaban el mundo, pero si te embarazabas te casabas y si tenías una mini puesta no te dejaban entrar a la iglesia.
Ja ja ja, qué dos ejemplos tan opuestos, el último es una pavada y el primero te cambiaba la vida.
Sí, de ponerte una mini, que era como un símbolo gracioso de libertad, pasabas a ser una menor de edad eterna, subordinada a tu marido, una ciudadana de segunda.
¿Que no? Los hombres no se levantaban a traer un salero, a recoger un zapato, ni hablar de lavar los platos o dar la mamadera en mitad de la noche. No te acompañaban al médico, no te preguntaban tu opinión, no se daban cuenta de que para vos no hay feriados o que en la escuela de los chicos eran reuniones de madres. ¿Sabías que legalmente la mujer casada no tiene derecho a administrar sus bienes personales?
Cuando me casé, hace treinta años, una de las cosas que más me sublevaba era que en las reuniones, el batallón de mujeres-que habían ya preparado la comida, la mesa, todo el ambiente de la casa, que les habían dado de comer a los chicos antes, cuyos esposos llevaban la ropa que ellas habían lavado y planchado, etc, etc, - servía la picadita mientras los hombres bebían y comían y charlaban sentados plácidamente. Ojo que hicieras algún comentario de política o de futbol al pasar. Te silenciaban con la mirada.Después servían la comida, y nunca terminaban tranquilas su plato porque había que volver a servir .Luego la bandada de mariposas con sonrisas u palabritas tiernas-"¿ya terminaste, mi amor?" levantaba rauda la mesa, y mientras unas lavaban los platos otras llevaban y servían el postre...y así hasta el final, en que charlábamos sentadas mientras mirábamos a los chicos, los cambiábamos, les dábamos la leche, nos asesorábamos sobre éste u otro problema , barríamos para que no le quedara la casa hecha un asco a tu tía , suegra o amiga...
Y terminaba el día, llegando al hogar...a preparar la cena, repasar las cosas de los chicos, etc etc.
El marido? Afónico-si había mirado fútbol-, copeteadito, fastidiado porque mañana era lunes, ...
mudo en el mejor de los casos.
Éste era un día de fiesta, un feriado, un finde.
¿Tu vida no es así ahora? Bravo. El tiempo no ha pasado en vano.
Esta mañana tenía mucho más cosas que decir, más profundas, más cáusticas, más históricas.
Quizás la queja es la primera burbuja que se rompe en la superficie.
Pero hay más. Esperame, que hay más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario